Comentario
Dentro de constituir un género extremadamente variado, la poesía lírica griega arcaica representa un fenómeno relativamente homogéneo, ilustrativo del arcaísmo en su proceso de estabilización tras el llamado renacimiento y en su evolución, en el campo de las luchas políticas y de la percepción de los nuevos espacios coloniales. De manera general, puede decirse que las raíces de la poesía lírica se hallan en manifestaciones colectivas de orden religioso relacionadas con ceremonias de trascendencia social, en torno al calendario festivo, al nacimiento, al matrimonio y la muerte, a la guerra o a otras tomas de decisión que afectaban al destino de la comunidad. En palabras de Adrados, la mayor originalidad de la cultura griega estriba en la asombrosa proximidad en que se encuentran lo popular y religioso de los productos culturales más exquisitos. En el arcaísmo se opera esa mutación en el terreno de la lírica, en el que florecieron grandes individualidades, capaces, como Píndaro, de transformarse en poetas representativos de toda Grecia. El conjunto de la poesía simboliza el proceso entero, de lo local y específico a lo universal y general, en el movimiento creador de un género representativo, en su diversidad, de una forma de concebir el mundo y las relaciones humanas.
Como la épica, también la lírica adopta como objeto temático el mito que, al imaginar el pasado, configura un modo de ver el presente. Frente a la épica, aquí la proyección es mucho mas diversificada, pues alcanza desde la perspectiva semiépica, que canta la gloria de las hazañas pasadas de los héroes de la ciudad, hasta el individualismo del personaje relativamente marginado. En su uso colectivo, la lírica procede de modo más directo. Las hazañas de los héroes del remoto pasado sirven de modelo directo a la exhortación para el combate. Tal parece ser el caso del poeta Arquíloco de Paros cuando para animar a sus conciudadanos a la conquista de Tasos recuerda las hazañas de Heracles en el mismo lugar, o el de Calino, al recordar las aventajas de los héroes tras la guerra de Troya, dispersos por diversos lugares de Asia Menor y de las costas levantinas del Mediterráneo. El uso exhortativo del pasado resulta especialmente claro en Tirteo, cuando recordaba a los Heráclidas como antepasados de los reyes espartanos y las hazañas de la primera guerra mesenia, en formación gentilicia y tribal, para que los soldados de su tiempo emprendieran con ánimo la nueva guerra mesenia, con que se configuraría el fundamento territorial del sistema político y económico de la Esparta clásica. El presente se ve reflejado idealmente en el pasado heroico.
En otros casos, a partir de cantos originados en fiestas agrarias o de la reproducción, la lírica se orienta hacia lo privado, o bien en términos satíricos, para denostar el papel de la mujer en el oikos, como también hacía el poeta épico Hesíodo, en tema confluyente a partir del mito de Pandora, uno de cuyos representantes sería Semónides, o el mismo Arquíloco, o bien en términos eróticos, aspecto reflejado principalmente en Anacreonte o en los himnos de Safo a Afrodita.
La fiesta ha podido tomar una orientación más oficial para convertirse en fiesta pública en que se consagran cada año las jóvenes doncellas que pasan a integrarse, en la madurez, para acceder al matrimonio, en una fiesta orquestada por un poeta director del canto y la danza, como Alcmán, creador de hermosos Partenios, himnos referentes a la virginidad de las jóvenes. Ahora bien, por su relación con la reproducción también pueden haber dado lugar a manifestaciones más o menos obscenas, como las que se plasman en la obra de Hiponacte, que llega a referirse a los aspectos negativos de la formación de la ciudad arcaica, a la exclusión de los no integrados, al phármacos, maldito, objeto de exclusión simbólica, ritual y purificadora pero también real, pues el proceso integrador llevó consigo igualmente la definición del espacio del que se excluyen los demás.
Los grupos aristocráticos tienden a monopolizar ciertas ceremonias rituales, en torno a la hetería, en el banquete, heredero de la ceremonia distribuidora, ya transformada en elemento de control y de solidaridad del grupo, vehículo de transmisión de las ideas que le dan carácter compacto. Teognis es posiblemente el poeta más significativo cuando da consejos al joven Cirno, con quien tiene relaciones pedagógicas y pederásticas, y le advierte de los peligros que los cambios sociales de la época pueden reportarle a él y a su clase, en el terreno político y en el plano ideológico, como defensor de la pureza de sangre.